LECTURAS INTERESANTES Nº 706
LIMA PERU 7JULIO 2016
PAÍS DELIRANTE
César Hildebrandt
Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 307 p. 12
Me apasiona el Perú.
Es un país delirante.
Aquí todo parece ser inverso, transverso, real maravilloso.
Aquí Remedios, la bella, hija de algún Arcadio, sería ministra de algo, volando entre las sábanas y dejando la huella de su olor hembruno.
Aquí los reos son líderes políticos, los peajes se hacen para atracar a la gente, las refinerías viejas se remozan con un presupuesto que serviría para hacer una nueva (y esto que no somos productores importantes de petróleo).
Aquí Aureliano Buendía sería de la PCM y el coronel que no tenía quien le escribiera sí recibiría su pensión porque ya habría aceitado a alguien.
No aburre el Perú. Divierte a la mala. La política cabe en una página policial, la palabra vergüenza sufre destierro eterno, la riqueza suele tener rabo de paja, el plagio es un género literario.
Pienso en Suiza y bostezo. Qué triste debe ser vivir en un país reglado. Y en Europa, en general, no me digan: podrán irse los ingleses, podrá España encharcarse en sus derechas, podrá Grecia gemir en el cepo de la austeridad, podrán los refugiados acosar las fronteras, pero al final todo habrá de normalizarse. Allá ellos que se pierden esta atmósfera electrizada, este cabaret abierto las 24 horas al día que es el Perú.
Mi país es un teatro grande porque aquí la impostura manda. Detrás de cada fachada hay un misterio y toda cara tiene una colección de máscaras que la sustituyen. Y debajo del discurso está el susurro que lo contradice y entre las líneas de aquel pronunciamiento puede leerse, perfectamente, algún conflicto de intereses.
Todos sabemos que Macera alguna vez dijo que el Perú era un burdel, algo que Baldomero Cáceres corrigió diciendo que el símil no era atinado porque esos respetables establecimientos estaban regidos por el orden. Jorge Basadre fue el historiador balsámico que, paternalmente, nos ocultó un montón de cosas. Ni siquiera el gran Basadre pudo decirnos la verdad. Lo hizo supuestamente para no herirnos, por amor a la patria, de pura compasión bicolor. ¿Hizo bien? No, por supuesto. Por eso sus nueve tomos de historia republicana pasan en puntas de pie por la infamia de algunos episodios claves y tienen la apariencia de partes oficiales censurados.
González Prada debió escribir la Historia del Perú. Pero a él le daba por la poesía y allí están "Minúsculas" y "Exóticas" para demostrarnos que en esa materia no le fue del todo bien. ¡Y Mariátegui se murió tan joven!
Nos aterra la verdad. Y la prensa, contaminada de intereses fenicios, comparte ese terror. Por eso somos el país más inmóvil de América Latina, el más satisfecho en su catalepsia y el más dispuesto a reincidir en los errores del pasado que casi se jacta de no conocer.
Recibo muchos correos de gente que me agradece lo que esta revista dedica en cada edición a recordar la guerra del salitre y el guano. Me hace feliz pensar que contribuimos con un grano de arena a levantar el verdadero mapa del pasado peruano. Porque el Perú lo que necesita es una vasta Comisión de la Verdad, un reconocimiento de nuestras innumerables miserias, de nuestras anchas cobardías, de nuestras bien ganadas decepciones.
Me he pasado estos últimos años leyendo libros en torno a la guerra que nos mutiló y humilló. Y lo que puedo decir después de tantas páginas es que asco es palabra ridícula para definir lo que se siente cuando uno se encuentra, cara a cara, con los personajes que el idiotismo nacional tuvo la osadía de venerar (Piérola, por ejemplo).
Para volver al comienzo: no aburre el Perú. Pero te deja exhausto. ▒
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